Hacer arte es un reto inmenso. Aún más si este arte es el cine en donde se involucra cantidades importantes de dinero. La producción audiovisual en el Perú tiene el reto de generar contenido y espacios adaptados a personas con discapacidad, ya sea esta física, sensorial o intelectual, de forma que cualquier ciudadano tenga acceso garantizado a la cultura y a las diferentes expresiones artísticas como el cine.
Pero, ¿cómo se hace cine inclusivo, desde la preproducción al informe de accesibilidad?, ¿qué herramientas y tecnología tienen a su alcance los cineastas? El Festival de Cine Accesible ACCECINE, no es solo un festival para la exhibición de cintas producidas en países como España, Francia o Uruguay, sino que también propone espacios de reflexión y talleres como contribución al desarrollo de la industria y los profesionales del cine y la televisión.
El Centro Cultural España brindo un taller de cine inclusivo a cargo del cineasta, guionista e investigador español Miguel Ángel Font, director del cortometraje XMILE. Se trata de un proyecto audiovisual diseñado para vivirse mediante los cinco sentidos, y cuenta con pistas de accesibilidad construidas desde la propia producción de la obra y por su equipo creativo, desarrollando diferentes sistemas accesibles para que personas sordas, ciegas y sordociegas vivan una experiencia audiovisual sin barreras y junto al resto del público “tradicional” de una sala de cine. Aquí la entrevista que le hicimos:
¿Qué tan costoso es hacer cine en Europa a diferencia de Latinoamérica?
Creo que la industria audiovisual es un mundo complejo en todo el mundo, no importa el continente. Desconozco las diferencias entre Europa y Latinoamérica, pues mi trabajo se ha centrado en producciones íntegramente realizadas en España, aunque luego haya viajado mucho por la repercusión de mis proyectos. De todos modos, ojalá mi estancia en Perú devenga en futuras colaboraciones y proyectos que, dentro de poco, ¡me permitan contestar de otra manera a esta pregunta!
La actual industria del cine– comparada hace diez años – ¿está más dispuesta a apostar por la producción cinematográfica como una herramienta de inclusión social?
La inclusión social es un tema que siempre ha estado presente en la Historia del cine: existen un gran número de películas que tratan sobre injusticias sociales y otras problemáticas humanistas. Otra cuestión es que esas películas sean accesibles para las personas con discapacidad, un sector de la población que, hasta hace poco, no se ha tenido en cuenta como público potencial. Esto significa que, durante décadas, se han realizado películas donde los protagonistas podían tener alguna discapacidad, pero dicho público no podía disfrutar en igualdad de estas producciones, ya que no disponían de herramientas accesibles como la audiodescripción o el subtitulado enriquecido.
Afortunadamente, cada vez hay más propuestas de cultura accesible y, poco a poco, generaremos un cambio que fortalezca autonomía de las personas con discapacidad.
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¿Cuál es la dinámica para sacar adelante un proyecto de estas características?
Existe una gran diferencia entre hacer cine accesible y hacer cine inclusivo.
El cine accesible es el más extendido. Es toda aquella producción que se realiza de forma tradicional y, una vez la obra está terminada y lista para estrenarse, un equipo de accesibilidad externo a la producción le añade una audiodescripción y un subtitulado enriquecido.
El cine inclusivo cambia el juego de verdad. La principal diferencia es que la accesibilidad de la película se tiene en cuenta ya desde el origen del proyecto; desde que el guionista empieza a trabajar sobre la hoja en blanco y el productor comienza a buscar la financiación. Así, contando con el público con discapacidad desde el principio, se establece un marco de trabajo entre el propio equipo de la película, tomando decisiones artísticas en rodaje y postproducción que dejan un espacio natural para incorporar la herramientas accesibles. La gran ventaja de esta cuestión es que la accesibilidad deja de ser un añadido final, y se incorpora al ADN de la obra de forma natural.
Dedicarse al cine ya es un reto, ¿no lo es más abordar el enfoque inclusivo?
Sí lo es, pero antes que director y guionista me considero comunicador. Tomando esta perspectiva, haber descubierto esta forma de contar historias es un factor determinante para evolucionar como profesional y como persona, ya que me permite aprender de un colectivo de personas diverso y rico. Además, crear cine inclusivo me hace diseñar herramientas que traigan a un público nuevo a las salas de cine, algo que cualquier artista desea para su trabajo. Por eso, el esfuerzo añadido lo afronto con respeto, agradecimiento y honestidad. No obstante, actualmente trabajo con una metodología que permite eliminar las barreras y la máxima cantidad de costes adicionales que tiene el cine inclusivo en una producción tradicional. De esta forma, cada vez me cuesta menos realizar obras inclusivas, lo cual es muy positivo.
¿Cómo se financian estas películas?
Accesibilizar de forma tradicional un largometraje de aproximadamente 90 minutos tiene un costo aproximado de 2000 euros. Esto, en el presupuesto total de una película no es una cantidad significativa; y más si contamos el número de personas que se pueden beneficiar de una buena audiodescripción, subtitulado enriquecido y de una pista en lengua de signos.
En cuanto a los métodos inclusivos, siempre intento que no se distancien mucho de los presupuestos que baraja producción. Si el cine debe de ser accesible o inclusivo, también ha de tener en cuenta la sostenibilidad de la producción, y por eso no tendría sentido que la accesibilidad o los métodos inclusivos incrementaran drásticamente los costes de producción.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Este año estrenaré un cortometraje de ficción realizado de forma inclusiva, “Tiempo de Blues”, y un documental, “Creando Cine Inclusivo”. Por otro lado, estoy preparando diversas propuestas y he diseñado, junto a la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, un Título de Experto en Comunicación Inclusiva, el cual se impartirá a partir de noviembre y es semipresencial, para poder expandir y certificar esta nueva forma de trabajo a cuanta más gente sea posible; no importa el lugar desde el que la estudien.
También estoy preparando el rodaje de mi primera película como director y guionista. Su nombre es “Swing – La vida de un secreto” y sigue las vías inclusivas que venimos desarrollando durante los últimos cuatro años.
La presente entrevista se realizó a través de una coordinación con el Centro Cultural España a través de su agencia A1 Comunicación.
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