Por: Julio C. Navarro Falconí
Desde Aristóteles hasta Tomás de Aquino la política era la continuidad de la ética porque estaba orientada a la formación del ciudadano virtuoso para que pueda vivir bien.
Y es con Maquiavelo que esta concepción de política cambia porque abandona su conexión con la ética para dar lugar a la idea de política como el saber organizar el Estado y el gobierno, mediante leyes y convenciones sociales.
Desde entonces, la política moderna se entiende como una técnica encaminada al perfeccionamiento del ejercicio del poder, que hace uso del derecho, es decir, las leyes, para legitimarse.
Pues bien, si miramos el Perú, a lo largo de nuestra historia republicana hemos tenido a líderes políticos que ejercieron el poder conforme a sus convicciones éticas, ideológicas y morales, pero también hemos tenido a otros que cuando llegaron al poder hicieron uso de él para corresponder a sus intereses particulares, sin importar el daño o afectación a la mayoría de peruanos.
En los últimos 40 años hemos sido testigos del ejercicio del poder de gobernantes que llegaron a Palacio de Gobierno elegidos democráticamente por su popularidad individual, más que por una ideología o doctrina política como propuesta de gobierno.
Alan García fue elegido en su primer gobierno por su capacidad oratoria y simpatía, a cuestas de la división de su propio partido y del desastre económico al que nos condujo, y que terminó siendo la plataforma de campaña de un chinito con su tractor convertido luego en dictador, y hoy preso por crímenes de lesa humanidad y corrupción, nuevamente, plataforma de campaña que dio lugar a que Alejandro Toledo llegue a Palacio para reconstruir la democracia, sin embargo, la corrupción rediseñó sus redes y retomó nuevamente los pasillos del poder, y así le sucedió otra vez a Alan García, luego a Ollanta Humala y después a PPK, son 40 años de líderes políticos sin partidos políticos de verdad, incluso, hoy tenemos al presidente Martín Vizcarra gobernando sin partido político, y lo más probable es que el 2021 tengamos un nuevo presidente producto de una campaña financiada por grupos de intereses económicos que construyen agrupaciones políticas de fachada, solo por cumplir la ley, pero en realidad es para hacerse del poder y servirse de él para satisfacer sus apetitos e intereses particulares.
Lo sucedido esta semana con los audios del presidente, que en realidad son un testimonio de lo que sucede a diario en las oficinas del aparato público, en todas las instancias lamentablemente, donde el ardid, la sospecha, la componenda, el registro clandestino, el chisme, los correos anónimos y la quejudez son cotidianos; y esto no es más que la pugna por hacerse de más poder, donde al otro, al de la oficina de al lado, se le ve como el enemigo, por lo tanto, se le debe derrotar, incluso con malas prácticas para tener el camino libre para hacerse de más poder, cuando se puede escalar.
Sin embargo, lo sucedido en el Congreso con el pedido de vacancia, y luego lo revelado por IDL sobre las llamadas a las fuerzas armadas por parte del presidente del congreso, dejan muchas preguntas para reflexionar.
Por ejemplo, ¿realmente lo que se busca es tomar el control del ejecutivo para los últimos diez meses que queda de este gobierno sumergidos en una crisis debido a la pandemia?, ¿no será acaso que lo que se busca en realidad es tomar nuevamente el control del sistema de justicia y las investigaciones de la Fiscalía después de que IDL lograra revelar las redes criminales que controlaban y negociaban la justicia en el Perú?, ¿a quiénes les conviene que esto suceda?, ¿acaso no son aquellos políticos, que tienen miedo de que el brazo de la justicia los alcance, los que alzan su voz exigiendo la vacancia?
Felizmente, el periodismo de investigación serio sigue haciendo bien su trabajo, y la sociedad civil debe seguir vigilante y sin dejarse engañar por los reflectores de algunos medios que intensifican su luz para no dejar notar lo que realmente hay detrás, en medio de la oscuridad.
Por eso señores congresistas, no se dejen arrastrar de las narices por algunos asesores, sobre todo aquellos que fueron echados del legislativo y ahora han vuelto por la puerta de atrás, porque tarde o temprano la verdad siempre sale a la luz.
Esto es tiempos de cambio, compártelo.
Julio C. Navarro Falconí . Periodista y Docente universitario
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