¿Cómo pasó uno de las áreas comerciales más importantes del país de tener joyerías, moda de Paris a sex shops? Convirtiéndose en centro de paso de casi todas las manifestaciones de los últimos 20 años. La convulsión social unida al declive económico nos ha traído hasta este momento. Y es que uno de los factores que ha traído el ocaso del jironeo han sido las repetidas crisis económicas y sociales, que de cierta forma no pararon durante 20 años hasta que llegó el COVID-19.
Con la pandemia, los comercios que habían entrado en un lento agonismo por no contar con espacios saludables. Así las pollerías, centros de ventas de celulares, sex shops, tatuadores, galerías y tiendas por departamento enfrentan además una economía peruana que ha tenido que ajustar sus perspectivas de crecimiento.
Pero ¿por qué no nos hemos recuperado? El ministro Kurt Burneo señaló recientemente, en CADE 2022, que “el país debe afrontar la mitigación de seis factores para asegurar su sostenibilidad económica y social, siendo estos: cambio climático, inseguridad alimentaria, reducción de la pobreza, la mejora del sistema de salud, la mejora de la educación y la transformación digital“.
A ello indicó que “los factores externos que podrían impactar el comportamiento de la economía son: el incremento de las tasas de interés, la volatilidad financiera, el incremento del precio del petróleo, etc. Es por esta razón que el Gobierno ha considerado necesario implementar diez medidas adicionales al Plan Impacto Perú sin comprometer la estabilidad fiscal“.
Comercio (en general)
El sector comercio no ha sido ajeno a la incertidumbre económica. Por un lado el consumo se ha visto incentivado con las repetitivas perforaciones al sistema privado de pensiones y la CTS, pero por el otro lado el empuje de su actividad se vio limitado porque quienes recibieron esos beneficios pertenecen al sector formal de la economía, y de esos dichosos, pocos hay.
Así observamos un índice de sector comercio que se mueve cual electrocardiograma, saltando con cada inyección de dinero y cayendo cuando el mismo se acaba. Es que es necesario tomar en cuenta que la farra eterna no existe, y ya esta llegando el momento en el cual viviremos con lo que realmente entra al mes en el bolsillo.
Comercio (en Jirón de la Unión)
Aquí es necesario volver a recordar que a la crisis económica que todos vivimos, los comerciantes del Damero Pizarro y Jirón de la Unión han tenido que sobrevivir a dos plagas adicionales: las rejas que impiden el tránsito peatonal hasta Plaza de Armas y las calles laterales cerradas por obras. Es decir ingresar hasta estos espacios a pie o carro es casi imposible.
A estos problemas se suman las rejas que cercan el Jirón de la Unión. Sacar las rejas permitiría una real reapertura, de acuerdo con la Confederación Nacional de Comerciantes (Conaco), los comerciantes han tenido pérdidas de S/18 millones mensuales desde que cerraron el pase a la plaza. Este nuevo flujo de dinero traería como consecuencia que el turismo se reactive junto con sus industrias conexas (restaurantes y artesanía).
El incremento de turistas, señala CONACO, generará una mayor facturación y al fin el sector inmobiliario de la zona podría recuperar las pérdidas registradas desde la pandemia. Esas sí son buenas noticias!!! si las rejas no se vuelven a cerrar.
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