En un preocupante aumento, el número de víctimas de los préstamos informales conocidos como ‘gota a gota’ ha llegado a un millón en tan solo dos años, duplicando las cifras anteriores. Así lo reveló Jorge Solís, presidente de la Federación Peruana de Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (Fepcmac), quien además advirtió sobre la peligrosa situación que enfrentan los ciudadanos al acceder a este tipo de financiamiento.

Solís destacó que muchos locales de empeño y préstamos en el país están siendo operados por extorsionadores, lo que convierte a las personas endeudadas en blancos fáciles de amenazas y violencia. Este sistema, que comenzó en pequeños sectores, ha ido extendiéndose a lo largo del territorio nacional, poniendo en jaque la seguridad económica de miles de familias peruanas.

Ante este panorama, el Ejecutivo ha tomado medidas urgentes, creando la línea telefónica 111, un servicio que busca brindar apoyo a las víctimas de extorsión. A través de esta línea, las personas afectadas podrán denunciar estos actos de manera rápida y segura, intentando frenar el avance de esta modalidad delictiva que afecta a sectores vulnerables de la sociedad.

El crecimiento del fenómeno ‘gota a gota’ refleja la necesidad de fortalecer la educación financiera y las opciones de crédito formal, especialmente en áreas donde el acceso a los bancos es limitado. Las autoridades han insistido en la importancia de evitar este tipo de préstamos y optar por alternativas reguladas y seguras.

Cabe indicar que el INEI señala que en el semestre de análisis marzo-agosto 2024, a nivel nacional urbano, el 27,4% de la población de 15 y más años de edad es víctima de algún hecho delictivo, asimismo en las principales ciudades de 20 mil a más habitantes alcanzó el 29,1%, en tanto que, en los centros poblados urbanos entre 2 mil y menos de 20 mil habitantes es de 22,7%.

El fenómeno económico implicado en el incremento de las víctimas de los préstamos informales ‘gota a gota’ es la exclusión financiera. Este concepto se refiere a la falta de acceso de ciertos sectores de la población a servicios financieros formales, como créditos, ahorros o seguros ofrecidos por bancos o instituciones reguladas. En el caso de Perú, muchas personas, especialmente en zonas rurales o marginales, no tienen acceso a estos servicios debido a la falta de infraestructura bancaria, bajos ingresos, o la informalidad de sus actividades económicas.

Cuando las personas no pueden acceder a financiamiento formal, buscan alternativas rápidas, lo que los expone a redes informales de crédito, como los préstamos ‘gota a gota’. Estos préstamos, ofrecidos por grupos muchas veces relacionados con actividades delictivas como la extorsión, suelen tener intereses extremadamente altos y condiciones abusivas, creando una trampa de endeudamiento. A largo plazo, esta situación genera una espiral de pobreza, ya que los deudores no solo no pueden salir de la deuda, sino que además están expuestos a violencia e intimidación.

La informalidad en el acceso a financiamiento crea un ciclo que perpetúa la exclusión financiera, donde las personas más vulnerables terminan recurriendo a opciones peligrosas para cubrir sus necesidades inmediatas. Este fenómeno impacta negativamente en el desarrollo económico, ya que limita las oportunidades de emprendimiento y crecimiento financiero de estos sectores, y además, fomenta la expansión de redes delictivas.

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