El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) actualizó sus proyecciones sobre el déficit fiscal, revelando un panorama alarmante. Según el último “Reporte de Inflación – diciembre 2024”, el déficit fiscal proyectado para este año se incrementó de 3.3% a 3.7% del Producto Bruto Interno (PBI), un nivel que no se registraba desde principios de los años 90, excluyendo el impacto de la pandemia.
Julio Velarde, presidente del BCRP, manifestó su preocupación al respecto: “No estamos acostumbrados a déficits de esta magnitud, y no es sostenible para la economía peruana”. Comparó el actual escenario con el de 1992, cuando el déficit alcanzó el 4% del PBI. Velarde señaló que, si bien el nivel de déficit es bajo en comparación con otros países de la región, resulta elevado y preocupante para los estándares peruanos.




El déficit fiscal ocurre cuando un gobierno gasta más de lo que recauda a través de impuestos, tasas y otros ingresos públicos en un período determinado, generalmente un año. Esta diferencia negativa entre ingresos y gastos se financia comúnmente mediante préstamos, lo que aumenta la deuda pública. Aunque un déficit moderado puede ser útil para estimular la economía en momentos de recesión, un déficit elevado y sostenido puede desestabilizar las finanzas de un país, comprometiendo su capacidad de inversión y crecimiento a largo plazo.
Para el ciudadano, el déficit fiscal es importante porque impacta directamente en su calidad de vida. Un déficit alto puede obligar al gobierno a recortar servicios públicos esenciales como educación, salud o infraestructura, o a aumentar los impuestos para cubrir sus gastos. Además, si el gobierno acumula demasiada deuda, los intereses futuros consumirán una parte significativa del presupuesto, limitando aún más las inversiones en programas sociales. En términos prácticos, un déficit fiscal insostenible puede generar inflación, afectar el poder adquisitivo de las familias y aumentar la desigualdad, haciendo que las personas sientan sus efectos tanto en el corto como en el largo plazo.
Causas y proyecciones
El BCRP atribuyó este incremento a un menor avance en la recaudación de ingresos y al deterioro del resultado primario de las empresas estatales. Además, se prevé que el gasto corriente para 2025 se incrementará en un 3.6%, superando el crecimiento proyectado de la economía, mientras que la inversión pública crecería casi 50% más que el PBI.
Para 2025, la proyección del déficit fue ajustada de 2% a 2.2%, debido a una corrección a la baja en los ingresos, un aumento en los gastos corrientes y mayores pagos de intereses de la deuda. Sin embargo, se espera una disminución en los gastos no financieros como porcentaje del PBI, junto con ingresos extraordinarios impulsados por la recuperación del PBI y los precios de los metales.
Un desafío constante
El déficit fiscal actual, que en noviembre se ubicó en 3.9%, ha oscilado en torno al 4% durante siete meses consecutivos. Esta situación refleja una incapacidad para cumplir con la meta fiscal del 2.8% establecida por el Gobierno. “Si el gasto sigue creciendo por encima de lo proyectado, será imposible reducir el déficit”, advirtió Velarde.
La situación pone de manifiesto la necesidad de reformas estructurales para fortalecer la capacidad recaudatoria del Estado y optimizar el gasto público. De lo contrario, el país corre el riesgo de regresar a una época de desequilibrios económicos que podrían impactar severamente en su estabilidad.
En un contexto donde los desafíos económicos se multiplican, el llamado de atención del presidente del BCRP subraya la urgencia de adoptar medidas responsables y sostenibles para evitar que el déficit fiscal siga escalando y comprometiendo el futuro financiero del país.


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