Biden registra el número más alto de deportaciones en la última década

En un contexto político marcado por la retórica divisoria, las cifras recientes de deportaciones en Estados Unidos dejan en claro las prioridades del país. Según el informe anual del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), durante el año fiscal 2024 se deportaron 271,484 personas, la mayor cifra en una década. Este dato llega justo antes de la asunción de Donald Trump, quien prometió endurecer aún más las políticas migratorias con medidas que podrían rozar la xenofobia institucionalizada. Así Joe Biden se convierte en el presidente de Estados Unidos que registra el número más alto de deportaciones en la última década

El informe detalla que la mayoría de los deportados cruzaron la frontera sur de manera irregular y provenían de cerca de 200 países. Pero más allá de las cifras, lo que preocupa es la narrativa que se construye en torno a la inmigración. Trump y su equipo han reforzado su discurso calificando a los inmigrantes como una amenaza para la seguridad y los empleos de los estadounidenses, una afirmación que carece de fundamentos sólidos y que ignora la realidad económica del país.

La narrativa antiinmigrante: ¿Un arma política sin respaldo?

Lejos de ser criminales o competidores desleales, la mano de obra migrante es el pilar de industrias clave como la agricultura, la construcción, la hostelería y los servicios de alimentación. Según expertos, los trabajadores indocumentados constituyen el grueso de la fuerza laboral en estos sectores, desempeñando tareas que muchas veces los ciudadanos estadounidenses no están dispuestos a realizar. Deportar masivamente a estos trabajadores no solo amenaza sus vidas y las de sus familias, sino que podría desatar una crisis económica en cadena.

La agricultura es un claro ejemplo. Retirar a miles de manos trabajadoras del campo impactaría directamente en la producción de alimentos, llevando a un aumento de precios y a la posible escasez de productos esenciales. ¿Cómo justificar este golpe a la economía en un momento en el que el país ya enfrenta desafíos inflacionarios?

Los planes de deportación masiva de Trump enfrentan un problema que él y su equipo parecen ignorar: el monumental costo económico y logístico de llevarlos a cabo. Expertos señalan que retirar a millones de personas del país demandaría una inversión colosal, no solo en recursos humanos, sino también en infraestructura, transporte y detenciones. Este gasto descomunal contrasta con las promesas de Trump de reducir el gasto público y combatir la inflación, dejando entrever un preocupante nivel de inconsistencia en su agenda.

El inminente endurecimiento de las políticas migratorias bajo Trump plantea una interrogante fundamental: ¿Es este el camino hacia un país más fuerte y próspero? Las deportaciones masivas no solo arriesgan desestabilizar sectores económicos clave, sino que también fracturan el tejido social y erosionan la reputación internacional de Estados Unidos como tierra de oportunidades.

Mientras el país se prepara para una nueva administración, queda por ver si el gobierno optará por un enfoque sensato y humano, o si cederá a la presión de retóricas populistas que solo generan división. La historia nos ha enseñado que, cuando se persigue el miedo en lugar de la justicia, las consecuencias pueden ser irreparables.

Deja un comentario