¿De dónde viene el panetón que devora el Perú?

En Perú, el panetón es sinónimo de Navidad. Este bizcocho tradicional se consume a un ritmo récord: 1,1 kilogramos por persona al año, superando incluso al país de origen, Italia. Sin embargo, el panorama cambia cuando miramos quién lidera la producción. Brasil, gracias a gigantes como Bauducco, produce más de 300 mil toneladas anuales, consolidándose como el mayor exportador mundial.

Mientras que Brasil apostó por la industrialización masiva del panetón, Perú ha preservado su esencia artesanal y cultural. Empresas como D’Onofrio y Winter’s han hecho del panetón no solo un producto de consumo masivo, sino un símbolo de identidad. Este enfoque les ha permitido capturar un mercado interno sólido, pero limita su capacidad de competir globalmente.

El contraste entre ambos modelos responde a una estrategia económica divergente: Brasil aplica la teoría de economías de escala para reducir costos y maximizar la exportación, mientras que Perú prioriza la calidad, atendiendo nichos específicos como su diáspora en el extranjero.

Exportaciones: un dulce que crece fuera de casa
Aunque su producción es menor, el panetón peruano no se queda atrás en las exportaciones. Este año, las ventas al extranjero crecieron un 13%, alcanzando US$ 9,6 millones. Estados Unidos y Chile son los principales mercados, atrayendo al 42% de la diáspora peruana que busca mantener vivas sus tradiciones. Este fenómeno no solo mueve dinero, sino emociones: el panetón es un puente entre los peruanos en el extranjero y sus raíces.

¿Cómo impacta en nuestra democracia?
El consumo y exportación del panetón reflejan más que simples transacciones económicas. Muestran cómo la cultura puede convertirse en un vehículo para incluir a más peruanos en la economía formal. Apoyar a pequeñas y medianas empresas productoras fortalece la participación ciudadana en mercados locales e internacionales, generando empleo y reduciendo brechas sociales. Además, posicionar productos culturales en mercados globales ayuda a proyectar la identidad peruana como parte de la diversidad económica mundial.

Cumplimiento de estándares globales
El crecimiento exportador del panetón peruano podría alinearse con el estándar GRI 203: Impactos Económicos Indirectos, que mide cómo una actividad económica contribuye al desarrollo de comunidades locales. En este caso, cada panetón exportado beneficia no solo a las empresas productoras, sino también a agricultores, transportistas y comerciantes que forman parte de la cadena de valor.

Recomendaciones para un futuro más dulce

  1. Impulsar la exportación artesanal: Crear una denominación de origen para el panetón peruano podría diferenciarlo como un producto premium.
  2. Fortalecer la logística: Invertir en cadenas de frío y transporte garantizaría la calidad en mercados lejanos.
  3. Diversificar sabores y presentaciones: Seguir tendencias como los chocotones brasileños para atraer nuevos segmentos de consumidores.

Un llamado a la acción
El panetón es más que un dulce navideño; es una oportunidad para transformar la tradición en progreso. ¿Qué pasaría si Perú combinara su legado cultural con estrategias innovadoras? Es momento de reflexionar sobre cómo nuestras tradiciones pueden convertirse en motores de desarrollo.

¿Qué opinas? ¿Debe Perú priorizar la exportación o mantener su enfoque local? Comparte esta nota y únete a la conversación.

paneton

Deja un comentario