Viajar como motor económico: opciones innovadoras para iniciar el 2025

Comenzar el año explorando nuevos destinos no solo enriquece nuestras experiencias, sino que también contribuye significativamente al desarrollo económico y social. Bigbox, líder en regalos de experiencias, presenta alternativas que fomentan el turismo interno, generando impacto positivo en comunidades locales y promoviendo prácticas sostenibles.

El turismo, en especial el interno, se alinea con la teoría del multiplicador económico. Según esta teoría, el gasto en bienes y servicios turísticos genera un efecto cascada que beneficia directamente a comunidades anfitrionas, desde los ingresos de los alojamientos hasta los empleos indirectos en transporte, gastronomía y actividades culturales.

En el caso de Bigbox, las experiencias como la estadía en Gocta Andes Lodge, el trekking en el Cañón de Autisha o la hospitalidad colonial en La Hostería Boutique Hotel, contribuyen al crecimiento de microeconomías locales, fortaleciendo sectores que dependen del turismo y mejorando la calidad de vida de sus habitantes.

Impacto económico en la vida cotidiana

Viajar no solo es un lujo, sino una inversión con retornos tangibles en el bienestar personal y colectivo. Estas actividades generan empleo directo y fortalecen cadenas productivas en las regiones donde se desarrollan. Por ejemplo, optar por la Experiencia Escapada Natural en Kuelap no solo beneficia al lodge, sino también a guías locales, transportistas y proveedores de alimentos.

Además, estas prácticas promueven un turismo responsable que reduce la dependencia de mercados extranjeros y refuerza la identidad cultural de las regiones, impulsando la autogestión de las comunidades.

El turismo inclusivo fortalece la democracia al fomentar el acceso equitativo a oportunidades económicas, especialmente en zonas rurales. Las iniciativas de Bigbox están alineadas con los estándares GRI (Global Reporting Initiative), como el estándar 203-2 (Impacto económico indirecto), al crear oportunidades sostenibles que benefician a diversas comunidades.

Un ejemplo es el enfoque en experiencias que respetan el entorno natural, como el Cañón de Autisha, o que destacan el patrimonio cultural, como en Arequipa. Estas prácticas no solo promueven el desarrollo sostenible, sino que también ayudan a preservar recursos valiosos para futuras generaciones, consolidando valores democráticos y participativos.

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