En Bogotá, un proyecto pionero busca comprender las razones detrás del uso de préstamos informales por parte de los jóvenes, con el objetivo de transformar la oferta de servicios financieros y fomentar la inclusión económica.En una ciudad marcada por la informalidad económica, los jóvenes de Bogotá se encuentran atrapados en un círculo vicioso: recurren a préstamos informales debido a la falta de acceso a servicios financieros formales. Sin embargo, un equipo de trabajo decidió enfrentar esta problemática desde una perspectiva innovadora, realizando un análisis profundo sobre las causas que llevan a los jóvenes a tomar esta decisión. El resultado no solo ilumina los desafíos existentes, sino que también ha servido de base para reformar y mejorar la oferta de servicios financieros en la capital colombiana.
Esta plataforma aparece en «Path to Public Innovation Playbook» presentado por el Bloomberg Philanthropies Innovation Team (i-team). Este equipo es parte del portafolio global de Innovación en el Gobierno de Bloomberg Philanthropies. La información recolecta experiencias y la experiencia adquirida a lo largo del programa de i-teams, que ha trabajado con 83 ciudades en nueve países y cuatro continentes. El objetivo del documento es proporcionar una metodología para desarrollar innovación pública en los gobiernos locales y facilitar soluciones creativas a los problemas urbanos más complejos.
En Bogotá, miles de jóvenes se ven obligados a recurrir a prestamistas informales, conocidos por ofrecer créditos rápidos pero con condiciones abusivas. La facilidad de acceso y la rapidez con la que se obtiene el dinero son algunas de las razones más comunes por las cuales los jóvenes prefieren estos préstamos a pesar de sus altos intereses. Sin embargo, esta práctica conlleva a un ciclo de deuda interminable, donde el préstamo original crece de manera desproporcionada y, en muchos casos, termina afectando gravemente la estabilidad financiera de quienes lo toman.
Para abordar este fenómeno, se llevó a cabo una investigación cualitativa en varios barrios de la ciudad, en colaboración con jóvenes que habían recurrido a préstamos informales. A través de entrevistas y encuestas, se recogieron datos sobre sus experiencias y las razones que los impulsaron a tomar estas decisiones. Los resultados fueron sorprendentes: muchos mencionaron la desconfianza hacia las entidades financieras formales, las cuales consideraban inaccesibles o poco transparentes. Otros resaltaron la falta de información clara sobre los productos financieros existentes y la complejidad de los requisitos para acceder a créditos bancarios.
Los resultados de este análisis han sido clave para la mejora de la oferta de servicios financieros en Bogotá. Entidades bancarias y cooperativas de crédito han comenzado a revisar y ajustar sus estrategias, con un enfoque más inclusivo. La investigación reveló que muchos jóvenes simplemente no conocían los beneficios de los servicios financieros formales, como las tasas de interés más bajas, los plazos flexibles y las opciones de financiamiento accesibles. Además, se identificó la necesidad de simplificar los trámites y de ofrecer productos financieros adaptados a las necesidades específicas de este segmento de la población.
Siguiendo los hallazgos de esta investigación, varias entidades financieras en Bogotá han comenzado a crear productos diseñados específicamente para jóvenes de sectores vulnerables, con procesos más ágiles y opciones de educación financiera. Además, se ha incrementado el uso de plataformas digitales para que los jóvenes puedan acceder a estos servicios de manera más sencilla y desde sus dispositivos móviles.
Uno de los ejemplos más destacados es el lanzamiento de un microcrédito juvenil, que no solo ofrece condiciones favorables, sino que también incluye programas de formación sobre el manejo de finanzas personales. Esto tiene como objetivo capacitar a los jóvenes para que tomen decisiones informadas sobre su futuro financiero.
Este cambio en la oferta financiera no solo tiene repercusiones económicas para los jóvenes, sino que también tiene un impacto social significativo. Al poder acceder a productos financieros más accesibles y adecuados, los jóvenes están siendo empoderados para mejorar su calidad de vida, acceder a bienes y servicios, y contribuir a la economía formal. Además, se espera que la inclusión financiera sea un factor clave en la reducción de la pobreza y la desigualdad en la ciudad.
El caso de Bogotá es un ejemplo claro de cómo la investigación y la comprensión de las necesidades de los jóvenes pueden transformar la forma en que se diseñan los servicios financieros. A través de un enfoque inclusivo y colaborativo, se está rompiendo el ciclo de la informalidad y se están ofreciendo alternativas viables que no solo mejoran la estabilidad financiera de los jóvenes, sino que también contribuyen a una economía más sólida y equitativa. En última instancia, este tipo de proyectos demuestra que escuchar a los residentes y entender sus problemáticas es el primer paso para construir soluciones que generen un impacto real y duradero.


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