📢 El Banco Mundial lo deja claro en su último informe “Perú: Aprovechando oportunidades para el crecimiento y la prosperidad”: el país tiene el potencial de convertirse en una economía de ingresos altos en solo dos décadas. Sin embargo, bajo las condiciones actuales, le tomaría 64 años llegar a esa meta. ¿El problema? Una estructura económica que frena la productividad, una institucionalidad débil y la incapacidad de ejecutar reformas de fondo.
El informe revela un dato alarmante: las empresas peruanas prácticamente no crecen con el tiempo. Mientras en otros países las compañías más antiguas se vuelven más productivas, en Perú una empresa con 20 años de existencia es solo 3% más eficiente que una con cinco. Esto demuestra que el mercado no solo está estancado, sino que el sistema no incentiva el crecimiento ni la innovación. A esto se suma una informalidad descontrolada: nueve de cada diez empresas informales no tienen la productividad suficiente para formalizarse.
“El Perú ha demostrado progreso en décadas anteriores, pero es momento de retomar la ambición”, señala Issam Abousleiman, director del Banco Mundial para Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. Sin embargo, el problema no es la falta de ambición, sino la falta de decisión política para hacer cambios estructurales. Mientras el Estado siga capturado por intereses cortoplacistas, las reformas seguirán archivadas.
Las desigualdades regionales agravan la situación. En Lima, el ingreso por persona es más del doble que en Huancavelica, Cusco y Puno. Esto no es casualidad: el informe evidencia que más del 40% de los proyectos de inversión pública están paralizados o abandonados. El problema no es la falta de dinero, sino la incapacidad del Estado para gestionar y ejecutar proyectos de manera eficiente.

Además, el país sigue desperdiciando su mayor potencial de crecimiento: la fuerza laboral femenina. Si las mujeres participaran en el mercado laboral en igualdad de condiciones con los hombres, el PBI per cápita podría ser un 17.7% mayor en 2050. Pero esto no ocurrirá sin cambios en las políticas de empleo, educación y seguridad.
El informe también subraya que Perú podría aprovechar la transición energética global para atraer inversiones en sectores clave como la minería y la agricultura. Pero sin reglas claras ni estabilidad política, esas oportunidades seguirán en el papel. “Si el país logra capitalizar estos cambios, podría acelerar su camino a los ingresos altos antes de 2042”, indica Oscar Calvo-González, director de Prosperidad para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
La pregunta no es si Perú puede ser un país de ingresos altos, sino si su clase política está dispuesta a hacer lo necesario para lograrlo. Mientras sigan postergando las reformas estructurales, el futuro seguirá siendo una promesa incumplida.


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