El laberinto de la productividad en Perú: informalidad, brechas de género y un capital humano en riesgo

📢 Durante la última década, Perú ha enfrentado un serio problema de productividad que amenaza su crecimiento económico. A pesar del auge que vivió en los años 2000 gracias a la minería y la estabilidad macroeconómica, el país no logró sostener el impulso. El resultado: menor inversión, un mercado laboral precarizado y un desarrollo del capital humano que avanza con frenos. La informalidad, que ya alcanza el 76,8 % del empleo, y la escasa inversión en innovación han sumido a la economía en un ciclo de baja competitividad y estancamiento.

El problema es estructural. Tras la caída de los precios de los minerales, sectores productivos como la minería y la manufactura redujeron su participación en el PIB y en el empleo formal, dejando a miles de trabajadores en busca de alternativas en sectores menos productivos, como los servicios y el comercio informal. Hoy, el 90 % del empleo informal proviene de micro y pequeñas empresas con bajo acceso a crédito, tecnología y mercados internacionales. Esto no solo reduce la calidad del empleo, sino que impacta directamente en el crecimiento del país: el sector informal representa el 20 % del PIB, pero concentra más del 70 % del empleo.

Innovación rezagada y falta de inversión

Mientras otras economías emergentes apuestan por la tecnología y la innovación, Perú ha quedado rezagado. Entre 2002 y 2020, el gasto en investigación y desarrollo representó apenas el 0,1 % del PIB, muy por debajo del 0,7 % del promedio regional y del 1,2 % de los países de ingreso mediano alto. Las empresas peruanas invierten menos en innovación que sus pares en Chile, y solo el 7 % posee tecnología con licencia extranjera, una cifra alarmantemente baja en comparación con el promedio latinoamericano.

El bajo nivel de inversión en tecnología no solo frena el crecimiento empresarial, sino que también afecta la generación de empleos de calidad. En una economía donde los contactos pesan más que la innovación y la competencia es limitada, las empresas no sienten la presión de modernizarse. El resultado es un ecosistema de negocios que se expande en volumen, pero no en eficiencia ni en productividad.

La pandemia y la crisis del capital humano

Si bien la pandemia de COVID-19 golpeó a todas las economías del mundo, en Perú los efectos fueron más drásticos. La crisis sanitaria llevó al Gobierno a implementar restricciones severas, lo que provocó una contracción del 11 % del PIB en 2020 y forzó a miles de trabajadores a refugiarse en la informalidad. Aunque el empleo total se recuperó con rapidez en 2021, la calidad de los puestos de trabajo se deterioró.

Pero el daño no solo se sintió en el mercado laboral. La crisis educativa que desató la pandemia ha dejado una marca profunda en el desarrollo del capital humano. Se estima que los estudiantes peruanos perdieron 1,7 años de escolaridad ajustados por aprendizaje, una cifra superior al promedio regional de 1,5 años. Esto significa que las futuras generaciones enfrentarán mayores dificultades para acceder a empleos bien remunerados, lo que perpetuará el círculo vicioso de la baja productividad y los salarios estancados.

Brechas de género: un obstáculo para el crecimiento

La informalidad y la baja productividad afectan de manera desproporcionada a las mujeres. En Perú, la tasa de informalidad laboral femenina es 10 puntos porcentuales más alta que la de los hombres. Además, el 60 % de las mujeres trabaja en condiciones vulnerables, con ingresos más bajos y sin acceso a beneficios sociales. Aunque las mujeres han logrado avances en educación y salud, las barreras estructurales en el mercado laboral siguen limitando su acceso a empleos de calidad.

Las cifras son contundentes: las mujeres ganan, en promedio, un 8 % menos que los hombres, y tienen menos probabilidades de acceder a puestos gerenciales o técnicos. Esta desigualdad no solo es un problema de justicia social, sino también un freno para el crecimiento económico. Si la participación femenina en el mercado laboral se igualara a la de los hombres, el PIB per cápita de Perú podría aumentar significativamente en las próximas décadas.

¿Cómo revertir el declive?

El camino para recuperar la productividad y dinamizar la economía no es sencillo, pero hay medidas urgentes que pueden marcar la diferencia:

  1. Formalización inteligente: reducir las barreras para que las pequeñas empresas ingresen al mercado formal con incentivos reales y acceso a financiamiento.
  2. Inversión en innovación: incrementar el gasto en investigación y desarrollo, facilitando la adopción de tecnologías y fomentando la competencia.
  3. Reforma laboral y tributaria: simplificar regulaciones para generar empleo de calidad y reducir la carga burocrática que desincentiva la inversión.
  4. Educación y capital humano: recuperar los niveles de aprendizaje perdidos y preparar a la fuerza laboral para los empleos del futuro.
  5. Cierre de brechas de género: impulsar políticas que permitan la inclusión laboral de las mujeres en sectores estratégicos.

Perú se encuentra en un punto crítico. Sin reformas estructurales, el país corre el riesgo de quedar atrapado en un crecimiento lento y desigual. Sin embargo, con las decisiones correctas, aún puede recuperar su dinamismo y consolidarse como una economía competitiva en la región.

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