La informalidad no es opción, es escape: una verdad que incomoda al sistema

¡Hola, lector emprendedor! Hoy queremos hablarte de un tema que escuchamos casi a diario, pero pocas veces miramos con ojos humanos: la informalidad. Y en este artículo vamos a desmenuzar dos ideas claves. La primera: la informalidad no se elige, se sobrevive. La segunda: un país que normaliza este escape, está fallando en construir futuro.

Si estás leyendo esto, probablemente conoces a alguien que vende por WhatsApp, trabaja por de freelo, maneja un mototaxi o atiende un negocio sin RUC. Tal vez tú mismo lo haces. Y no, eso no significa que estés “fuera de la ley” por rebeldía. Significa que el sistema nunca te dejó entrar del todo o no te la hizo fácil. Aquí te explicamos por qué esta realidad afecta tu bolsillo y nuestra democracia.

En el Perú, más del 70% de la población económicamente activa está en la informalidad. No porque no quieran estar en planilla, sino porque muchas veces no hay planilla disponible. Trámites engorrosos, costos elevados para registrar una empresa, falta de acceso al crédito o a la seguridad social… todo eso empuja a los ciudadanos a crear su propio camino, así sea por fuera del marco legal.

La informalidad es entonces un refugio. Una respuesta rápida para pagar el colegio de los hijos, para llenar la olla o para mantener la movilidad económica de una familia. No es que no se quiera aportar al país, es que los que gobiernan el país no ha tendido los puentes necesarios para que todos podamos hacerlo desde un espacio seguro y formal.

Desde el punto de vista económico, esto genera una trampa. El informal no accede a crédito bancario formal, lo que lo obliga a endeudarse con prestamistas informales a tasas altísimas. Así muchos caen en el gota a gota y arriesgan sus vidas. pero además no tiene seguro, ni CTS, ni pensión. Y si se enferma o su negocio se paraliza, no hay red que lo sostenga. En otras palabras: sin estabilidad, no hay progreso duradero.

Y para el Estado, este fenómeno también es costoso. La falta de recaudación impide financiar adecuadamente salud, educación, infraestructura. Así, el círculo se cierra: sin recursos, el Estado no mejora sus servicios, y sin servicios, más ciudadanos prefieren o se ven obligados a permanecer fuera del sistema.

Para avanzar, no basta con endurecer sanciones. Se necesita cambiar el enfoque: ver al informal no como un evasor, sino como un sobreviviente. Un emprendedor que busca salir adelante en un entorno adverso. Formalizar no debería significar castigar, sino acompañar: simplificar procesos, brindar asesoría gratuita, conectar con mercados, proteger desde el primer día.

Solo así podremos construir una economía familiar sólida y un país que dé oportunidades reales. No se trata de empujar desde arriba, sino de escuchar desde abajo. De mirar el mercado como una red donde nadie se quede colgado del borde.

Como dice el dicho, “cuando no hay pan, buenas son tortas”. Pero no confundamos ingenio con conformismo. La informalidad ha demostrado la capacidad de los peruanos para adaptarse, sí, pero no podemos normalizar un modelo que obliga a millones a vivir sin derechos. Merecemos más.


Preguntas frecuentes:

1. ¿Formalizarme me garantiza éxito en mi emprendimiento?
No lo garantiza, pero te da herramientas para crecer con más seguridad: acceso a financiamiento, programas de apoyo, beneficios tributarios, entre otros.

2. ¿Qué puede hacer el Estado para reducir la informalidad?
Debe simplificar los trámites, reducir los costos iniciales de formalización, generar confianza en sus servicios y ofrecer acompañamiento técnico a los pequeños negocios.

Deja un comentario