📢 El tren que viene sin aviso: cuando la ciudad avanza sin escuchar a sus vecinos. Mientras las autoridades anuncian el arribo del primer vagón del tren Lima–Chosica como símbolo de modernidad, en los barrios de Lima Este hay más incertidumbre que entusiasmo. “Queremos tren, pero no así”, advierte Juan Moreno, presidente de la Asociación de Vecinos de Lima. Y esa frase resume el dilema de una obra pública que podría unir a la ciudad… o fracturarla aún más.
El nuevo tren, de 30 kilómetros de recorrido, fue impulsado por la Municipalidad Metropolitana de Lima como respuesta al colapso diario de la Carretera Central. Sin embargo, ni la ATU ni los vecinos han sido parte activa del proceso. La señalización no está lista, los puentes no tienen seguridad estructural garantizada y no hay claridad sobre cómo se conectará con otros sistemas de transporte. Y lo más grave: las personas que viven o trabajan cerca del trazo no saben cómo les afectará.
Juan Moreno, presidente de la Asociación de Vecinos de Lima, lo explicó en Diálogo Abierto: “No se trata de estar en contra del desarrollo. Pero aquí nadie nos ha dicho si van a expropiar casas, si los comercios tendrán que cerrar o si el ruido nos va a quitar el sueño. No se puede hacer ciudad ignorando a los que la habitan.”
“No estamos en contra del tren. Estamos en contra de que las decisiones se tomen entre cuatro paredes mientras a nosotros nos llega el ruido, el polvo y la incertidumbre«, agregó
Moreno representa a una red de más de 40 juntas vecinales organizadas, muchas de ellas ubicadas entre Ate, Santa Anita y Chaclacayo, donde la presión inmobiliaria ya es alta. Para ellos, el tren no solo es una promesa de conectividad: es una amenaza latente si no se acompaña de información clara, participación ciudadana real y mitigación de impactos.
A nivel técnico, la ATU ha declarado el proyecto inviable en su versión actual. La obra no cuenta con los estudios completos de ingeniería de transporte ni con integración tarifaria. Pero la presión política por inaugurarla antes del 2026, año electoral, podría llevar a decisiones apuradas con consecuencias graves: colisiones legales, gasto público ineficiente o incluso desastres en operación.
Y no es la primera vez que una megaobra falla por falta de escucha. En todo el país, desde hospitales sin personal hasta teleféricos sin usuarios, la falta de gobernanza participativa ha convertido el cemento en frustración.
La ciudadanía organizada no está pidiendo frenar el desarrollo. Pide algo más básico pero esencial: ser parte del proceso, entender los riesgos y construir soluciones conjuntas. Porque si una obra no mejora la vida de quienes la rodean, ¿de qué sirve?
🧠 NO PIERDA DE VISTA ESTOS DATOS:
- 30 KILÓMETROS DE TRAZO: Es la distancia que cubrirá el nuevo tren, pero con un trazo y diseño distintos al plan técnico del MTC, más corto y con menos estaciones.
- VIABILIDAD CUESTIONADA: La ATU ha alertado que la obra no cumple estándares técnicos mínimos, incluyendo sistemas de señalización y seguridad ferroviaria.
- SIN PLAN DE EXPROPIACIONES: Vecinos desconocen si serán desplazados o si sus negocios se verán afectados. La falta de claridad genera desconfianza y conflicto.
- RUIDO POLÍTICO, POCA PLANIFICACIÓN: La obra parece más motivada por la urgencia electoral que por un modelo de movilidad sostenible y escalable.
- MOVILIZACIÓN VECINAL: La Asociación de Vecinos de Lima, presidida por Juan Moreno, exige un diálogo técnico y vinculante antes de continuar con la ejecución.


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