📢 ¿Qué pasaría si nuestros adolescentes no creen en la democracia? Tal vez ya está pasando. Según datos oficiales, solo 3 de cada 10 jóvenes entre 15 y 17 años prefieren la democracia frente a otras formas de gobierno. Este dato, más que una estadística, es una alarma nacional que no podemos ignorar si queremos un país donde las decisiones se tomen con libertad, responsabilidad y visión de futuro.
En respuesta a esta desconexión cívica, IPAE Acción Empresarial lanza la primera edición de CADE Escolar 2025, una experiencia educativa que busca que los adolescentes pasen de la teoría en clase a la acción ciudadana real. Se trata de un foro donde 550 estudiantes de cuarto y quinto de secundaria —de colegios públicos y privados de todo el país— se reunirán en Lima para aprender a debatir, pensar críticamente, levantar la voz y comprender qué significa participar en una democracia.
Más que discursos, el evento propone una experiencia práctica: talleres con líderes, espacios colaborativos como el Game Lab democrático, un Torneo de Debate y un taller de redacción para formar opinión con criterio. La meta es simple pero poderosa: que los jóvenes comprendan que la democracia no se defiende solo con el voto cada cinco años, sino con acciones cotidianas desde sus colegios, barrios y redes sociales.
Detrás de esta propuesta hay una visión de inversión social inteligente: formar ciudadanos activos desde la adolescencia implica menos apatía, menos radicalismo y menos espacio para que el populismo capture a los votantes del mañana. Es apostar por una democracia sostenible sin necesidad de crear más burocracia ni imponer leyes educativas que pocas veces se aplican bien.
Desde la teoría económica, esto se puede entender desde dos enfoques. Primero, la economía del capital humano, que sostiene que las habilidades cívicas, al igual que las técnicas, también deben desarrollarse desde temprano para generar ciudadanos productivos, informados y responsables. Segundo, el concepto de incentivos positivos no monetarios, que señala que el reconocimiento, la participación y la pertenencia social son potentes motores de comportamiento, más efectivos que las restricciones legales o castigos formales.
Al final, este tipo de iniciativas nos recuerda que la democracia no se decreta: se vive, se educa y se construye. Y empezar por los más jóvenes, sin imponer, sin adoctrinar, sino invitándolos a pensar, podría ser la mejor política pública que no sale del Congreso, pero sí transforma.
🧠 NO PIERDA DE VISTA ESTOS DATOS
- PREFERENCIA DEMOCRÁTICA: Solo el 30,2% de jóvenes entre 15 y 17 años prefiere la democracia. Un dato que puede marcar el futuro del país.
- IMPACTO ESCOLAR: Participarán 550 estudiantes y sus docentes, quienes replicarán lo aprendido en sus colegios y comunidades.
- INVERSIÓN INTANGIBLE: No se requieren nuevas leyes ni presupuesto estatal. La iniciativa se basa en alianzas entre sector privado, educativo y social.
- FORMACIÓN CIUDADANA: Los adolescentes serán protagonistas en talleres de debate, pensamiento crítico, propósito personal y redacción.
- CAPITAL HUMANO: Formar ciudadanos activos es una inversión que reduce los riesgos de polarización, desinformación y apatía electoral.


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