Mientras muchas empresas llenan sus oficinas con frases motivacionales, pocas se atreven a hacer lo realmente transformador: escuchar de verdad. Patricia Molina Garro, Gerente de Experiencia de Personas en Pamolsa, no se queda en el discurso. Implementa espacios de escucha que no solo mejoran la comunicación, sino que alinean generaciones, previenen conflictos y fortalecen la cultura desde adentro.
Pamolsa es una empresa peruana con más de 30 años en el mercado, parte del grupo Carvajal Empaques. Se especializa en la fabricación de soluciones de empaque con una firme apuesta por la sostenibilidad y la innovación. Con iniciativas como Recicloplas y su línea de empaques biodegradables Bioform, Pamolsa busca liderar la transición hacia una economía circular en el sector. La compañía no solo desarrolla productos funcionales y responsables con el medio ambiente, sino que también cultiva una cultura interna centrada en el bienestar de las personas y el liderazgo transformador.
En una industria donde las metas son duras y los cronogramas apretados, ella ha demostrado que parar para escuchar no es perder el tiempo: es invertir en confianza, productividad y sentido de pertenencia. Esta es su receta.
📌 EL ACTO DE LA ESCUCHA
¿Qué impacto han tenido los espacios de escucha en Pamolsa?
Gigantesco. Han sido clave para conectar generaciones y romper la rigidez que muchas veces impone la estructura. No solo escuchamos a los colaboradores, también a los líderes. Y eso nos ha permitido generar acuerdos reales, entender frustraciones y ajustar beneficios con sentido. La comunicación no es solo hablar, es cómo escuchamos para tomar decisiones coherentes.
¿Cómo funcionan esos espacios? ¿Son reuniones formales?
A veces sí, a veces no. Lo importante es que estén pensados desde la intención de comprender, no solo de registrar. Hay momentos individuales y otros colectivos. Lo que más valoran es que realmente los escuchamos, no los citamos para cumplir. A veces una conversación de 15 minutos tiene más impacto que una encuesta.
¿Cómo ayuda esto a gestionar el choque generacional en las oficinas?
Muchísimo. Tenemos generaciones muy distintas: baby boomers más formales y jóvenes que cuestionan todo. Escuchar permite explicarnos, no imponer. A los jóvenes les contamos por qué se hace algo, cómo impacta. No les vendemos la idea como una orden, sino como una decisión compartida. La forma de decirlo cambia todo.
¿Puedes dar un ejemplo concreto?
Claro. El trabajo híbrido. Hay quienes quieren 100 % remoto y otros que exigen presencialidad. Lo resolvimos escuchando ambas posturas. Hicimos reuniones, expusimos razones y logramos acuerdos. Hoy tenemos un modelo 2×3 (dos días remotos, tres presenciales) que no fue impuesto, fue construido con ellos. Y lo valoran porque sienten que fueron parte.
¿Qué deberían entender otras empresas sobre el poder de escuchar?
Que no es una pérdida de tiempo. Escuchar es productividad futura. Evitas rotación, evitas frustración, entiendes qué está pasando realmente. Y no cuesta: solo requiere intención, coherencia y humildad. Yo siempre digo que liderar no es solo guiar, es también tener la capacidad de quedarse callado para dejar hablar al otro.
📌 CREAR CULTURA
¿Cuál fue el mayor reto que enfrentaste al asumir la Gerencia de Experiencia de Personas en Pamolsa?
Sin duda, lograr una conexión genuina con el equipo. Llegamos en un contexto de transformación y lo primero era construir cercanía y confianza. Escuchar sin prejuicios, estar presente de verdad, y trabajar desde la coherencia. Generamos espacios de escucha individual, co-creación con líderes, todo para sintonizarnos en el mismo norte. Porque sin conexión, no hay liderazgo posible.
¿Qué significa fomentar una cultura centrada en las personas dentro de una industria como la de empaques?
Implica reconocer que el impacto humano no es algo “blando” o secundario. Venimos de una tradición donde todo se medía en números, pero hoy hablamos de bienestar integral. Para mí, trabajar con personas es impactar y trascender. Las personas huelen cuando algo no es genuino. Si no eres coherente, no funciona. La magia ocurre cuando la cultura no solo se dice, sino se vive.
¿Cómo se enlaza el propósito empresarial con el propósito personal, sobre todo en generaciones jóvenes que buscan sentido?
En Pamolsa tenemos un propósito claro: impulsar el desarrollo económico y social haciendo las cosas bien. Y eso se vive, no solo se dice. Tenemos líneas de carrera claras, trabajamos con Recycloplast junto a recicladores y hay programas que conectan hacia afuera y hacia adentro. Los jóvenes quieren saber para qué hacen lo que hacen. Si les das ese “para qué”, se quedan.
¿De qué forma equilibras los indicadores de productividad con el bienestar real del equipo? ¿Alguna vez frenaste una meta por cuidar a tu gente?
Tenemos un valor llamado “cuidado integral” que no es adorno. Desde nuestro presidente se dice claro: la vida de nuestra gente es más importante que cualquier proceso. Cuidamos su salud física, mental, su clima emocional. Por ejemplo, estamos trabajando el impacto de la doble presencia –cuando estás físicamente en el trabajo pero tu mente está en casa–, porque eso puede provocar desde desconexión hasta accidentes. Sin bienestar, no hay resultado sostenible.
¿Qué consejo darías a quienes quieren emprender y liderar con propósito?
Que tengan claro el “para qué”. El camino será difícil, pero si el propósito está claro, nada los detiene. El rumbo puede cambiar de forma, pero no de fondo. Yo, por ejemplo, tengo claro que quiero trascender en las personas. Ese es mi propósito personal. Si un emprendedor sabe por qué hace lo que hace, podrá atraer, retener talento real y construir algo que deje huella.
En tiempos donde las organizaciones se obsesionan con métricas y automatización, su enfoque recuerda una verdad esencial: nada reemplaza el poder de una conversación honesta. Porque cuando una empresa escucha de verdad, no solo retiene talento: construye cultura, propósito y futuro.


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